Zarangollo Murciano
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Mi abuela Milagros…mi abuela materna. Ella era de Jumilla, un pueblo de mi querida Murcia, y vivía con nosotros. Ayudaba en todo lo que podía, y cuidaba mucho de mí, al ser la más pequeña de la casa.
Dicen que tenía genio, pero a mí jamás me gritó ni me riñó de malas formas. Ella tenía otra forma de hacerme ver que, a mi madre, había que ayudarla, y mucho. Y ni decir tiene cómo adoraba a su única hija. Ella me contaba que mi mamá trabaja muchas horas, que llegaba muy cansada, y que nosotras éramos su luz. Yo ya no necesitaba más, porque si ella adoraba a su hija, mi madre para mí era la mujer más maravillosa del mundo, y lo sigue siendo…
Mi abuela Milagros, la que me enseñó a arreglar el pescado subida a un taburete al lado suyo, en la cocina, en una casa sin calefacción, ni ascensor, ni nada de lujos. Una casa humilde en la que nunca me faltó amor y protección. Tres años, yo solo tenía tres años, y pasaba con ella todas las horas que mi madre trabajaba. En verano daba gusto ir por la casa corriendo y en mi triciclo, pero el invierno, ella me abrigaba mucho y no paraba de tocarme las manos, para ver si las tenía muy frías. Me encendía a ratitos el brasero, y nos sentábamos las dos a arreglar las verduras para la comida. Así aprendí a pelar, limpiar y trocear judías verdes, patatas…Otras veces doblábamos ropa, y no poca, con siete que éramos en casa.
Su vida, muy dura, como la de muchas personas, y sobre todo mujeres de estas generaciones. Haciendo verdaderas maravillas con muy poca cosa. Una excelente cocinera, como la gran mayoría de las mujeres de su época. Son las grandes maestras de la gastronomía, al menos, para mí. Ellas lo inventaron todo, casi de la nada.
Y llegó la modernidad. Mis padres compraron un piso en el centro con ascensor, calefacción, suelo de madera, y muchísimas luces. El primer día que me llevaron a verlo me pasé todo el rato encendiendo todas las luces, aquello era impresionante…
Y llegó el día de la mudanza. El camión lleno y decidieron que mi abuela y yo nos quedábamos en el piso antiguo hasta que el camión descargase y alguien iría a recogernos. Nos dejaron una silla y no sé cuánto tiempo pasó, en la infancia el tiempo se vive de otra manera, es lo que más cuesta asimilar, pero ella me tuvo en brazos todo el tiempo. Fue la primera vez que vi su miedo, porque me preguntó: «¿Crees que se han olvidado de nosotras?». Pero claro que vinieron…
Bueno, pues ella ha sido una mujer cuya huella llevo dentro para siempre y, aunque ha estado presente en mi vida, y dentro de mí, desde que este blog nació, hoy es una entrada en su honor.
Os voy a explicar dos formas de hacerlo. No sé si serán las mejores, o las auténticas, pero son las de mi abuela Milagros y la mía. Os voy a contar primero cómo lo hacía ella y después la mía. Así tendréis dos posibilidades, aunque os adelanto que las dos son muy buenas formas de comer verdura al estilo casero.
Receta de mi Abuela Milagros de Zarangollo Murciano
- 1 k de calabacines del terreno
- 2 cebollas tiernas
- Sal
- Aceite de Oliva
- 1 huevo por persona (opcional)
- 1 patata grande (opcional)
Cómo hacer Zarangollo Murciano
Se pelan las cebollas y los calabacines y se parten con se parten las patatas para tortilla.
Y en una sartén con aceite de oliva se van friendo a fuego lento. Con unas seis cucharadas soperas de aceite es suficiente. Es importante que el fuego sea suave, las verduras irán soltando el agua y cuando vuelva a verse el aceite, la comida está terminada. Se pone al punto de sal y a servir.
Patata y huevo opcional. La patata dice mi madre que había gente que la añadía. Si pensáis hacerlo, se parte como para tortilla de patatas y se añade al principio, junto al calabacín y la cebolla.
En cuanto al huevo. Mi abuela hacía lo siguiente, porque solía hacer una sartén grande de Zarangollo. Según el número de comensales, sacaba una parte del Zarangollo y en otra sartén lo revolvía añadiendo un huevo por persona, tipo revuelto. Ella no le ponía patata.
Mi versión:
- 4 calabacines de piel oscura
- 2 cebollas moradas
- Sal de Bretaña
- Aceite de Oliva Virgen Extra
- Hierbas Aromáticas
Elaboración:
Se pelan las cebollas y se parten en rodajitas. El pelado de los calabacines lo hago quitando una tira sí, otra no. Me gusta mucho la piel y más si son ecológicos. Se ponen en una sartén con cinco cucharadas de aceite y se van pochando a fuego lento, el mismo procedimiento que mi abuela: cuando den el aceite, la cocción está terminada.
A media cocción se le añaden las hierbas aromáticas que hayamos elegido. Pueden ser hierbas Provenzales, mejorana, estragón, perejil, orégano, salvia, cualquiera de ellas le va a aportar un buen punto de sabor.
Bien, pues hasta aquí la historia de una abuela que cuidó mucho de su hija y de sus nietos, todo lo que pudo, como pudo. Alguien que trajo al mundo a una mujer maravillosa de la que podemos presumir los cuatro hermanos que somos: mi madre.
Debe haber muchas más recetas suyas, voy a interrogar a mi madre, y que me cuente todo lo que recuerda del arte culinario de mi abuela Milagros. Convencida estoy de que será una conversación que dará pie a hablar de muchas cosas.
Que disfrutéis mucho de este Zarangollo.
Si os ha gustado esta delicia tradicional, os recomiendo otra receta con tradición murciana: Olla Gitana
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Inma 💖
Estos platos son los mejores, sencillos y llenos de amor xD
Gracias :)) Por eso la he traído hasta aquí, para que quede guardada y poderla compartir.
Bsitos.
Aparte de la receta, que hay dos posibilidades, con o sin patata y huevo y que agradezco, el relato ha sido un vivo fotógrafa de una situación que se vivía en la inmensa mayoría de hogares. Sencillos y con aroma ambiental a limpio. Me has dado oportunidad al bello y agradable recuerdo que a mí también se me quedó grabado. Un abrazo, te sigo.
Me das una inmensa alegría, porque es tan importante lo que fuimos…
Un abrazo y muchísimas gracias :))
Un precioso homenage atu abuela Inma. Me ha emocionado leerte!.
No tenia la menor idea de que ese plato se llamara zarangollo, y es que este no es uno de los platos de mi abuela, pero puedo decir que sin conocerla yo también preparo el plato de tu abuela: me encantan los calabacines pochados con cebolla y nada más, y siempre los he descrito así porque hasta hoy ( gracias a ti) no sabía que el plato tuviese nombre propio, hasta creía (ingenua de mi) que era toda una revolución mi idea de añadirle a ese sofrito tan rico un huevo y algunas especias, jajaja. Ni que decir tiene que me encanta tu entrada y la receta tanto a tu estilo como al de tu abuela!! Besos
Muchas gracias Noelia :)) yo también he aprendido con esta entrada. También lo llamaba calabacín con cebolla . Es mi madre la que me va traduciendo todas las recetas que vi hacer tan pequeñita , que el mundo se ve de otra manera.
Me alegro que te haya gustado , las dos versiones están riquísimas :))
Besos !
hola!!! muchisimas gracias por la receta, para mi es desconocida y desde luego que encantada de aprender como se hace. Tiene que estar buenísima, lo que lleva me va todo perfecto y me gusta, Las recetas de antes que bien seguir haciéndolas y transmitiéndolas, gracias 😉 un beso!!
Gracias a ti . Me alegra mucho que te guste. La cocina es tradición y no debemos perderla :))
Un beso !
Inma, que lindos recuerdos de tu abuela Milagros… Estas son las recetas mas valiosas, las mejores, las que llenan no solo nuestros estómagos sino también nuestro corazón… un abrazo grande!!
No hay otras amiga, qué te voy a contar …
Un abrazo grande de vuelta!